El logopeda recoge información sobre el paciente en una entrevista inicial que le servirá para la evaluación y el diagnóstico que más adelante llevará a cabo.
En su función preventiva, el logopeda lleva a cabo una serie de acciones para evitar la aparición de un trastorno o su empeoramiento.
El logopeda evalúa cada caso en particular, observando y aplicando sus conocimientos, administrando pruebas y protocolos según cada patología.
En algunas ocasiones, deriva al paciente a otros especialistas que aportarán otros datos importantes para el diagnóstico.
Basándose en los resultados que ha obtenido y en los informes de otros especialistas, emite un diagnóstico.
Apoyándose en la evaluación y en diagnóstico que ha obtenido, se plantea un plan de tratamiento con una serie de objetivos que guiarán la intervención y que serán sometidos frecuentemente a revisión para determinar la evolución.
Informa a los familiares del paciente sobre el problema que presenta y les asesora para ayudarle a mejorar.
Mantiene una coordinación con los demás profesionales que rodean al niño: maestros, especialistas de audición y lenguaje y pedagogía terapéutica, pediatra, otorrino, ortodoncista. para intercambiar información sobre los pacientes y favorecer un tratamiento globalizado.
Lleva a cabo un seguimiento de cada paciente, variando los objetivos del tratamiento cuando es necesario.
Se forma e informa continuamente sobre los trastornos que afectan a los pacientes que atiende para mejorar su intervención.