INTRODUCCIÓN
Cuando una persona mayor suele llevar acompañada una merma de capacidades por evolución natural, puede conducir a una sintomatología pareja a la depresión. O al revés, un descenso de habilidades y rendimientos puede camuflar una depresión subyacente no descubierta por pensar que son síntomas propios de la edad. También la depresión se manifiesta como consecuencia de la enfermedad física o al revés. Cómo se ve, no es fácil diagnosticarlo, pero si hay algunos aspectos que se suelen presentar:
Episodios propios de la depresión más largos y resistentes al tratamiento farmacológico.
Frecuencia de existencia de delirios y alucinaciones psicóticas si hay depresión mayor.
Frecuente agitación psicomotriz, acompañada de intensa ansiedad o bien inhibición psicomotriz intensa y atípica.
Trastornos del sueño.
Frecuentes somatizaciones ansiosas.
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FACTORES PSICOSOCIALES
Hay elementos que generan estrés, como disminución de capacidades de rendimiento (pérdida de agudeza sensorial, problemas para aprender, enlentecimiento psicomotriz, etc.,)
Hay cambios en la esfera familiar, como la emancipación de los hijos, muerte de familiares, establecimiento de nuevos roles.
Además se dan modificaciones a nivel social: jubilación, pérdida de poder adquisitivo, nuevo estatus social, mayor tiempo de ocio, descenso de relaciones sociales, etc.,
Se suele producir un aumento de estrés, que puede aumentar la depresión.
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ASPECTOS PSICOSOCIALES RELEVANTES
i. Aislamiento y apoyo social
El aislamiento social es algo habitual en esta edad y contribuye a la aparición de la depresión y el riesgo de suicidio. El apoyo social es importante pero tampoco tiene por qué prevenir, ya que un mal apoyo es generador de estrés. Si aquel es bueno ayuda a superar crisis, satisface necesidades cotidianas y da apoyo emocional.
ii. Roles sociales
La interacción personal es relevante para nuestro desarrollo personal. Se aprende lo que se puede esperar de los demás, y el valor de influir en la vida de los otros. Con la vejez su merma asociada, la relación con los demás aumenta su importancia.
El contexto social nos define, nos da valor. Los roles sociales son los papeles que jugamos en relación a los demás. Pueden ser variados en número, tamaño e importancia. También en su valor (positivo o negativo). Sin poder determinarlo con precisión es probable que una persona con diferentes roles tiene menos probabilidades de desarrollar problemas anímicos que una con pocos roles. Remitiendo al dicho, no tiene todos los huevos en la misma cesta.
Hay que reseñar la importancia de los roles. Si uno de estos es muy desproporcionado respecto a los demás (ej., el trabajo), la desaparición de este puede ser devastadora en la vida del individuo (ej., la jubilación). Si hay otras áreas en las que la persona ha desarrollado sus intereses, la pérdida de ese papel (de trabajador) no será tan decisiva.
iii. Estructura cambiante de la familia
La familia en esta época cambia. Los hijos se van del hogar paterno, pudiendo provocar el síndrome del nido vacío: se volcó mucha energía en los hijos y al irse, hay que reorganizar hábitos para rehacer una nueva organización familiar. También puede acaecer la pérdida de uno de los conyugues. Esto normalmente influirá en el estado de ánimo provocado por el duelo correspondiente. La soledad se puede hacer más presente o desembocar en una reagrupación familiar, al irse a vivir con alguno de los hijos. Esto generará probablemente cambios que pueden ser positivos pero también muy estresantes, y reorganización de roles que antes estaban bien establecidos: el mayor se puede ver desubicado en la "nueva" familia.
iv. Invisibilidad
El mayor puede llegar a ser invisible para los demás. Pierden importancia en la sociedad. No son frecuentes las imágenes positivas de ellos en los medios de comunicación. Muchas veces se les ve como carga. Cuando se les ve por la calle no se les suele prestar demasiada atención.
Todo esto puede llevar al anciano a sentir que no tiene ni lugar ni valor en la sociedad. Si el añadimos una probable pérdida de estatus económico, político o de poder, es factible que lleve a sentimientos de exclusión.
Es normal que esto le haga sentir rabia, vergüenza, aislamiento, indefensión y una baja autoestima, y por último, riesgo de depresión con posibilidad de suicidio. El interiorizar una imagen de invisibilidad conduce a una despersonalización. Nos quita identidad, ya que esta está en función de la relación con los demás. Las consecuencias pueden ser pésimas para el mayor.
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