¿QUÉ ES SUFRIR UN TRASTORNO BIPOLAR?
El trastorno bipolar se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo: fases de ánimo elevado o eufórico (manía) y fases de ánimo bajo (depresión).
Los cambios de estado de ánimo pueden ser dramáticos y rápidos, pero más a menudo son graduales. Cuando una persona está en la fase depresiva del ciclo, puede padecer de uno, de varios o de todos los síntomas del trastorno depresivo.
Cuando está en la fase maníaca, la persona puede estar hiperactiva, hablar excesivamente y tener una gran cantidad de energía. La manía a menudo afecta la manera de pensar, el juicio y la manera de comportarse con relación a los otros.
Puede llevar a que la persona se meta en graves problemas y en situaciones embarazosas. Por ejemplo, en la fase maníaca en individuo puede sentirse feliz o eufórico, tener proyectos grandiosos, tomar decisiones de negocios descabelladas, e involucrarse en aventuras o fantasías románticas.
SÍNTOMAS DEL TRASTORNO BIPOLAR
El trastorno afectivo bipolar produce cambios del ánimo patológicos de manía a depresión, con una tendencia a recurrir y a desaparecer espontáneamente.
Tanto los episodios maníacos como los depresivos pueden predominar y producir algunos cambios en el estado de ánimo, o los patrones de cambios del estado de ánimo pueden ser cíclicos, comenzando a menudo con una manía que termina en una depresión profunda.
A algunas personas se las denomina cicladores rápidos porque su ánimo puede cambiar varias veces en un día. Otros presentan lo que se llama "estados mixtos", en donde los pensamientos depresivos pueden aparecer en un episodio de manía o viceversa.
Cuando el trastorno afectivo bipolar se presenta en niños, generalmente aparece en su forma mixta.
Durante la fase depresiva el paciente presenta:
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Pérdida de la autoestima.
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Ensimismamiento.
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Sentimientos de desesperanza o minusvalía.
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Sentimientos de culpabilidad excesivos o inapropiados.
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Fatiga (cansancio o aburrimiento) que dura semanas o meses.
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Lentitud exagerada (inercia).
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Somnolencia diurna persistente.
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Insomnio.
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Problemas de concentración, fácil distracción por sucesos sin trascendencia.
Dificultad para tomar decisiones.
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Pérdida del apetito.
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Pérdida involuntaria de peso.
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Pensamientos anormales sobre la muerte.
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Pensamientos sobre el suicidio, planificación de suicidio o intentos de suicidio.
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Disminución del interés en las actividades diarias.
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Disminución del placer producido por las actividades cotidianas.
En la fase maníaca se presentan:
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Exaltación del estado de ánimo.
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Aumento de las actividades orientadas hacia metas.
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Ideas fugaces o pensamiento acelerado.
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Autoestima alta.
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Menor necesidad de dormir.
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Agitación.
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Logorrea (hablar más de lo usual o tener la necesidad de continuar hablando).
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Incremento en la actividad involuntaria (es decir, caminar de un lado a otro, torcer las manos).
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Inquietud excesiva.
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Aumento involuntario del peso.
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Bajo control del temperamento.
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Patrón de comportamiento de irresponsabilidad extrema.
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Aumento en la actividad dirigida al plano social o sexual.
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Compromiso excesivo y dañino en actividades placenteras que tienen un gran potencial de producir consecuencias dolorosas (andar en juergas, tener múltiples compañeros sexuales, consumir alcohol y otras drogas).
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Creencias falsas (delirios).
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Alucinaciones.
Los síntomas maníacos y depresivos se pueden dar simultáneamente o en una sucesión rápida en la denominada fase mixta.